Hipólito Yrigoyen 3900, Barrio de Almagro, CABA, Buenos Aires.
En 1892 la señora Ramona C. De Candelaria donó a los salesianos un terreno a seis cuadras del Pío IX con la intención de que se levantara en dicho lugar una capilla dedicada a San Antonio. Fue así como se pensó en trasladar la quinta del colegio a la calle México, y destinar los terrenos de Yapeyú e H. Irigoyen al oratorio festivo y a los alumnos externos del Pío IX.
Almagro empezaba a poblarse, el colegio Pío IX aumentaba sus pupilos, el lugar era escaso.
En una charla entre el inspector Santiago Costamagna y el entonces director del Pío IX, el padre José Vespignani, salió en la mente y el corazón de los salesianos el “Oratorio y colegio San Francisco de Sales”. El padre Santiago Costamagna, futuro obispo, fue su fundador. Años más tarde solía repetirle a los salesianos:
“¡Este es mi colegio! ¡Este es mi oratorio! He fundado muchos otros; pero al fundar éste he dejado aquí mi corazón.”
Era el 12 de octubre de 1892; así nació el San Francisco de Sales como el humilde oratorio de Valdocco en Turín…con 6 salesianos y un novicio.
El 16 de febrero de 1893 se abrió la escuela primaria: eran 165 alumnos externos, la mayoría de los cuales provenían del Pío IX. La casa comenzó a dar sus primeros pasos en un marco muy humilde y popular. El oratorio festivo y la escuela primaria monopolizaba todas sus actividades; la comunidad salesiana, compuesta en su mayoría por jóvenes en formación (hoy llamados tirocinantes), dispuso hasta 1912 de dos sacerdotes. Por más de 20 años mantuvo una estructura muy simple; los salesianos (entre 5 y 7 durante estos años) vivían en el colegio Pío IX. Pero en 1898 se instaló una cocinita y se convirtió en dormitorio para los religiosos un aula de la escuela que estaba bastante deteriorada.
Desde 1898 la casa del San Francisco comenzó a gozar de autonomía. Durante la semana todos se dedicaban a atender el colegio, y los domingos a animar el oratorio festivo, cuyo director era el director de la casa.
Como la ciudad de Buenos Aires no disponía de lugares de diversión para los chicos, San Francisco era “su lugar”. Cada domingo, desde horas tempranas, las empedradas calles observaban como grupos de niños, muchos de ellos mal arropados, se dirigían bulliciosamente al “San Carlos chico”; así se lo llamaba popularmente al oratorio.
Los oratorianos venían en su mayoría de lejos: Chacarita, Nueva Pompeya, Flores; evidentemente venían en grupos y a pie, hasta que en 1902 se inauguró la primera línea de tranvías.
Recién en 1912 se pudo inaugurar la primera cancha de fútbol. Cada domingo casi mil chicos se apretujaran entre las precarias construcciones para participar en las mas variadas construcciones: allí había títeres, teatro que se daba bajo un pórtico en un extraño escenario, rifas, una banda de música creada por el Padre Juan Gherra en 1897 con instrumentos flamantes adquiridos en Italia y con músicos pintorescamente uniformados; allí estaban las clases dominicales de catecismo, las misas en la nueva capilla y las procesiones en la fiesta de San Luis Gonzaga… y también estaba la enorme calesita mecánica movida a fuerza de brazos a la que subían hasta 80 oratorianos por vez; había sido una obra maestra del maestro Felix Weber, primer novicio que trabajó en San Francisco de Sales, y luego por muchísimos años catequista de los muchachos.
Más tarde apareció la máquina de cine y en 1900 se creó el coro del oratorio.
La tarea evangelizadora que abarcó este oratorio fue amplísima; basta con saber que entre 1893 y 1914 se celebraron en su capilla 8967 primeras comuniones.
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