Bernal, Buenos Aires.
Meses después de la llegada de la primera expedición misionera salesiana, don Bosco consiguió que el papa Pío IX dictara un decreto para la creación de un noviciado en la Argentina, que funcionó primeramente en las instalaciones de la obra Pío IX del barrio porteño de Almagro.
Urgía la “existencia de un noviciado separado”, tal como lo expresó don Julio Barberis al rector mayor don Miguel Rúa mediante carta del 13 de febrero de 1895, señalando como apropiada la casa que se estaba erigiendo en Bernal, localidad situada diecisiete kilómetros al sur de la Ciudad de Buenos Aires.
Los salesianos llegaron a Bernal en el mes de febrero de 1895, gracias al anhelo de un vecino genovés: Agustín Pedemonte (padre de Luis, salesiano que luego fuera inspector), que ya desde 1890 pedía edificar una capilla. Pedemonte donó los terrenos y el 11 de febrero de 1895 se puso en marcha en Bernal, dirigido por el entonces clérigo Nicolás Esandi, el primer grupo de aspirantes, que se completó con veintisiete jóvenes. Esa venerable casa, puesta bajo la protección de la Sagrada Familia, habría de ser sede del primer aspirantado y estudiantado salesiano de América.
Un vecino genovés, Agustín Pedemonte desde 1890 pedía al padre Esteban Bourlot (párroco de San Juan Evangelista, La Boca) que considerara la posibilidad de enviar a Bernal un sacerdote, pues tenía la intención de edificar una capilla.
A los pocos días fue imprevistamente visitado por monseñor Cagliero. Pidió que le vendara los ojos y tomando del brazo a Luis, uno de los seis hijos de don Agustí
n, comenzó a caminar a largos pasos. Después de avanzar doscientos metros, se detuvo, dio media vuelta y mirando al dueño del terreno y padre del niño le dijo: “don Agustín, esto es lo que nosotros necesitamos, por lo cual este fondo por todo el ancho de este terreno nos alcanzará”.
Cagliero quería construir allí un edificio para el aspirantado. Con un fuerte apretón de manos quedó sellado el pacto, con la expresa condición que tanto la capilla como la escuela llevarían el nombre de Nuestra Señora de la Guardia, devoción mariana que Pedemonte había traído de Génova, su tierra natal.
Su hijo Luis terminó siendo sacerdote salesiano y luego fue el primer inspector de la Patagonia: Luis Pedemonte.
En 1899 con 19 años Artemides Zatti, decide ir a Bernal a estudiar como aspirante salesiano.
Allí Artémides pide ser sacerdote salesiano, pero Dios tenía otros planes: cuidando al P. Ernesto Giuliani, enfermo de tuberculosis, muerto el 4 de enero de 1902, Artémides contrajo la enfermedad que lo obligó a abandonar los estudios y regresar a Bahía Blanca.
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