Aparece como solución entonces, el tan esperado ingreso de las niñas en el Colegio de las Hijas de María Auxiliadora en Junín (lo que aconteció el 14 de febrero de 1900) y su trabajo en lo de Manuel Mora; primero en el boliche del Quilquihue y luego en el de Caleufú. (Mora, siendo arrendatario de tierras pertenecientes a José Pietranera, tenía almacenes y/o puestos en Liucurá, Cerro Negro, La Pantanosa, etc ).
Es en este lugar, donde, al visitar regularmente a su mamá, Laura comprendió el sometimiento y la esclavitud que su mamá padecía a manos de Manuel y, al mismo tiempo, sufrió de parte de éste abuso y violencia verbal y física.
La claridad de pensamiento, la exigencia de justicia, el negarse al oprobio y la violencia apoyada en la fuerza de Dios... indican en Laura una mujer -en su adolescencia- del todo singular.
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